miércoles, 18 de agosto de 2010

DE VUELTA EN PARÍS

Antes de salir mañana para España, quiero visitar el Louvre para solucionar una asignatura pendiente: fotografiar inscripciones fenicias, que no hay manera de encontrar en ningún sitio que no sean museos de Oriente... o el Louvre.

Pero el viaje, una vez cumplido el objetivo de la Walker Art Gallery, lo doy ya por terminado, y como profesor que soy, procedo a evaluarlo:

1. Es una auténtica mala jugada para el visitante cerrar salas de museos porque estén en reformas: deberían apañárselas para exhibir los objetos en algún sitio, pero nunca dejar con un palmo de narices a quien se ha hecho miles de kilómetros para contemplarlos. El caso más decepcionante ha sido el del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles: todas las salas de mosaicos (lo mejor del museo) estaban cerradas. Y lo de tener guardadas en los almacenes auténticas joyas de la arqueología ya no tiene nombre.

2. Ni tanto ni tan calvo: bravo por el Ministerio de Cultura griego que prohíbe las poses ante las obras de arte antiguas, pero se pasan con la manía de no permitir bajo ningún concepto el flash (a veces el objeto está pésimamente iluminado, casi a oscuras, y no hay más remedio, aunque yo siempre me privé). En el lado opuesto están el Museo Británico, que permite en todo momento las poses y el flash, y el Louvre, que tiene prohibido esto último en teoría, pero hace la vista gorda. Además, la gente toca demasiado los objetos.

3. He conocido tres Europas en mi viaje:

- La Europa que apenas lo es y no creo que vaya a serlo en mucho tiempo: Grecia, atrasada, caótica, chapucera, maleducada...

- La Europa de verdad: Italia en parte, Francia y sobre todo Alemania: organización, infraestructuras, buenas maneras, atención, nivel cultural...

- El Reino Unido: un mundo aparte, donde no existe para nada el euro, toda comida y bebida sabe horrible y las cosas se hacen en general al revés.

- ¿Crisis? Hasta los hoteles más caros en los que hemos estado (algunos de cinco estrellas) había lleno hasta la bandera, y el caso de Londres ha sido sorprendente: un hotel (el Holiday Inn Express) enorme cuyo comedor se llena a la hora del desayuno (de 7 a 10 más o menos) dejando a los que llegan cada cinco minutos sin cubiertos, leche o mantequilla, porque no dan abasto. También en París y Munich la masificación es tremenda, a pesar de que los precios, al menos para los que llegamos de España, son privativos, por no decir otra cosa.

- Mi dominio de los idiomas es penoso: en griego apenas podía desarrollar una conversación que no fuera puramente funcional, el alemán que aprendí en la facultad sólo me ha servido para saludar y despedirme y mi inglés tiene un diagnóstico de siniestro total. Por cierto, el inglés es en Italia tan desconocido como en España o más, y en Alemania es como una segunda lengua (hasta lo hablan con acento inglés).

- El GPS es, sin lugar a dudas, uno de los mejores inventos que existen.

Y antes de terminar, otras tomas de la obra de Gibson:


WALKER ART GALLERY

Por fin el momento más ansiado de todo mi viaje:



El Amor acariciando al Alma mientras se prepara para atormentarla, de John Gibson:



Es una auténtica pena que esta joya esté totalmente desamparada, al alcance de los niños que llegan con sus padres sin que ni éstos ni los vigilantes de la sala contigua les adviertan que no se debe tocar las estatuas, y menos con un bolígrafo en la mano. Sin embargo, gracias a eso mismo pude acercarme todo lo que quise y tomar planos únicos, como éste, metiendo desde detrás la cámara bajo las alas:


Y otros:



Además, me he encontrado con otras piezas muy interesantes que desconocía, entre ellas esta alegoría del aprovechamiento del tiempo, El Tiempo es precioso, de Antonio Rosetti (1873), inestimable lección para nuestros alumnos:



Y esta representación del alma como joven con alas de mariposa:




Por cierto, el tiempo aquí es como reza el tópico: