sábado, 29 de enero de 2011

GUÍA DEL DOCUMENTAL (2): LA ROSA



El Lenguaje Del Amor                                                            

Sátiro y ninfa, copia romana de un grupo escultórico griego del siglo II a. C.
Fotografía tomada en la Centrale Montemartini de Roma, una de las sedes de los Museos Capitolinos. Las representaciones de sátiros persiguiendo, seduciendo o violentando a las ninfas que huyen o se resisten simbolizan un aspecto del amor tratado, por ejemplo, en los poemas de Ovidio (véase el capítulo La Locura): la atracción es mayor cuanto más tenaz es la resistencia del ser amado, un ser que se complace en provocar y huir, en insinuar y negar.

El Amor amenazador, de Étienne-Maurice Falconet (1757).
Fotografía tomada en el Louvre. El detalle muestra la rosa, uno de los símbolos del Amor.

Penélope y sus pretendientes, de Waterhouse (1912). 
Mientras Penélope trabaja en el telar, sus pretendientes la acosan. Uno de ellos le ofrece un ramo de rosas.

Trabajo interrumpido, de Bouguereau (1891).
Una joven interrumpe su trabajo y se sume en pensamientos románticos mientras el Amor la maquilla con un pincel. El ocio como aliado del Amor es un tópico literario que aparece en el capítulo El remedio.

Las edades de la vida, de Hans Baldung Grien (1539).
La Muerte, que sostiene en la mano izquierda la guadaña con la que siega vidas y en la derecha un reloj de arena (símbolo del inexorable paso del tiempo), se lleva del brazo a una anciana, que se resiste agarrándose al vestido y el hombro de una joven. Ésta, sabedora de su destino, se resiste a su vez, mientras deja caer una lágrima. A los pies de estos personajes, un bebé dormido ignora su ineludible destino.

El anciano, de Wenceslas Hollar (1651).
La Muerte conduce a un anciano hacia su tumba abierta. Al fondo, sobre la tapia, el reloj de arena: el tiempo queda atrás. Al pie de la imagen, dos versos del libro de Job (17: 1-2): Spiritus meus attenuabitur, dies mei breviabuntur, et solum mihi superest sepulcrum ("Mi espíritu se agotará, mis días se acortarán y sólo me queda el sepulcro"). El anciano parece mostrar más interés en el dulcémele (instrumento de cuerda similar al sandouri que suena en ese tramo del documental), un atributo de la Muerte asociado con la Danza de la Muerte (todos los humanos, ricos y pobres, danzan por fin juntos cuando llega la hora final).

  
Las edades del Amor, de Bertel Thorvaldsen (1824).
Psique (el Alma) saca de una jaula varios Amores para ofrecérselos a hombres y mujeres. Una joven de rodillas lo coge ilusionada en sus manos; otra mujer lo abraza y le besa en la boca; una tercera, que ha perdido interés por él, lo lleva indolente agarrado por las alas; sentado en el suelo, un hombre maduro, melancólico, parece demasiado cansado como para interesarse por su Amor; por último, el anciano levanta su mano para alcanzar un Amor que huye de él.

Vanitas, de Philippe de Champaigne (1671). 
Todo es vanidad, todo se reduce a vida efímera (la flor), tiempo fugaz (el reloj de arena) y muerte tenebrosa (la calavera).