sábado, 5 de febrero de 2011

GUÍA DEL DOCUMENTAL (5): LA CONQUISTA



El Lenguaje Del Amor                                                            

Cupido tallando su arco a partir de la maza de Hércules, de Edme Bouchardon (1750).
Fotografías tomadas en el Museo del Louvre. El Amor, con sonrisa maliciosa, fabrica su arco a partir de la maza que le ha robado a Hércules. A sus pies, las armas robadas a Marte, el dios de la guerra. Ésta es una de las muchas representaciones que vinculan al Amor con la guerra.

Marte y Venus, de Jacopo de' Barbari (1510).
Marte sostiene una lanza y su amada Venus lleva en brazos al hijo de ambos, Cupido.

Fresco pompeyano. 
Marte desnuda a Venus, que sostiene la lanza de su amante; Cupido asiste a la escena, con la espada de su padre enfundada.

Fedra, de Alexandre Cabanel (1880).
Fedra, perdidamente enamorada de Hipólito y no correspondida, yace en su lecho sin comer ni dormir, mientras las esclavas quedan extenuadas al no poder evitar su sufrimiento. Escena inspirada en la tragedia Hipólito, de Eurípides.

Medea, de Henry Klagmann (1868).
Tras haber ayudado a Jasón en su expedición con los Argonautas, Medea se convirtió en su esposa y tuvo con él dos dos hijos. Después Jasón la abandonó por una mujer más joven, Glauce, hija del rey de Corinto. Medea, deshonrada y presa de los celos, tramó una venganza sin límites: envió a Glauce un vestido untado de veneno, que acabó con su vida, y, después de largas vacilaciones, dio muerte a sus propios hijos, con el fin de hacer daño a Jasón.

Camafeo de sardónice del siglo I a. de C. ó del XVI.
Eros, con la antorcha en su mano derecha, arrastra de los pelos a Psique (el Alma) mientras con el pie izquierdo le pisa el muslo.

La muerte de Hipólito, de Alma-Tadema (1860).
Al no verse correspondida, Fedra acusó a Hipólito de haberla violado. El padre del joven pidió a Poseidón que acabara con su vida. Cuando Hipólito se alejaba de la ciudad en carro, el dios hizo surgir del mar un enorme toro salvaje. Espantados, los caballos se encabritaron, el carro volcó e Hipólito murió enredado entre las riendas.

  Altar de Marte y Venus hallado en Ostia, siglo II d. C.
Fotografía tomada en el Museo de las Termas de Diocleciano, una de las sedes del Museo Nacional de Roma. Cuatro Amorcillos juegan con el carro de Marte. En el inconsciente de todas las culturas, el caballo es símbolo de poder.


Sarcófago hallado en Roma, siglo II d. de C.
Fotografía tomada en el Museo de las Termas de Diocleciano, Roma. Amorcillos fabricando y transportando armas (en esta imagen, un escudo).

El trono de Saturno, relieve del siglo I d. de C. ó del XVI.
Fotografía tomada en el Museo del Louvre.
Dos Amorcillos depositan una hoz (símbolo de Saturno, que reinó en la Tierra durante la Edad de Oro) y otros dos un cetro al pie de un trono.

El Amor victorioso, de Bouguereau (1887).
El Amor blande el arco y la flecha, armas con las que ha vencido al Alma, quien a su vez, avergonzada, esconde su rostro tras el dios.

Cupido a lomos de un león, de Wenceslas Hollar (siglo XVII).
Las representaciones de este dios en diversas actitudes de dominio sobre distintos animales, muy frecuentes desde la Antigüedad, tienen un significado una vez más alegórico: el Amor ejerce su poder en todo el reino animal, que incluye al hombre, y por ende amansa los espíritus díscolos y rebeldes (simbolizados por fieras salvajes, especialmente felinos).

Amor a lomos de una pantera, de Ernst Friedrich Rietschel (1850).
Fotografía tomada en la Neue Pinakothek, Munich.

Fragmento de un skýphos, siglos II-I a. de C.
Hallado en el ágora de Tesalónica. Eros agarra por el cuello al Alma, que lleva un peplo ceñido con cinturón y alas de mariposa con tres pintas circulares.

Himeneo, grabado de Hollar (siglo XVII).
Himeneo era el dios que presidía las ceremonias nupciales y aseguraba el éxito de los matrimonios. Se le representaba con la antorcha (símbolo de la pasión amorosa) y a menudo acompañado del Amor, que aquí conduce un carro tirado por una pareja de leones.

Pedestal de El Amor jugando con una mariposa, de Chaudet y Cartellier.
Fotografía tomada en el Museo del Louvre.
Otro de los suplicios que aguardan al Alma tras el juego de la rosa: la esclavitud. Los Amorcillos la uncen a sus carros y la fustigan. Las que tiran del primer carro caen al suelo abatidas de cansancio.

El Amor amenazador, de Falconet.
Fotografía tomada en el Louvre.

El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli (c. 1486).
Venus (Afrodita) nació de la espuma formada a partir de los genitales del Cielo (Urano), que cayeron al mar cuando fue castrado por su hijo Saturno (Crono). La diosa es asistida por el viento Zéfiro y las Horas (las Estaciones). La concha de almeja simboliza la vulva. La pintura está inspirada en el Himno Homérico a Afrodita 6.3-6:

ὅθι μιν Ζεφύρου μένος ὑγρὸν ἀέντος
ἤνεικεν κατὰ κῦμα πολυφλοίσβοιο θαλάσσης
ἀφρῷ ἔνι μαλακῷ· τὴν δὲ χρυσάμπυκες Ὧραι
δέξαντ᾽ ἀσπασίως, περὶ δ᾽ ἄμβροτα εἵματα ἕσσαν

adonde el fuerte y húmedo soplo del Zéfiro 
la llevó por las olas del estruendoso mar 
entre blanda espuma; las Horas, de vendas de oro, 
recibiéronla alegremente y la cubrieron con divinales vestiduras

El Castillo del Amor, reverso de un espejo de marfil (siglo XIV).
Museo del Louvre. Las representaciones del amor cortés en el arte francés son abundantes. El Castillo del Amor es una alegoría del cortejo, de la refriega amorosa, de la lucha por la conquista. Está ocupado por cinco damas que arrojan rosas a sus pretendientes. Cuatro guerreros a caballo asedian el castillo: uno de ellos, a la izquierda, lleva en su mano derecha un ramo de rosas. Dos soldados se encaraman a la muralla: uno entrega su espada a una dama y otro ya ha alcanzado las almenas. Arriba en el centro, un tercero abraza a su dama.

Sarcófago hallado en Roma, siglo II d. de C.
Fotografía tomada en el Museo de las Termas de Diocleciano, Roma. Amorcillos fabricando y transportando armas (un escudo y un yelmo).

 El Castillo del Amor, reverso de un espejo de marfil (siglo XIV).
Museo del Louvre. Los soldados superan la muralla ayudándose de escalas y de sus caballos. Las damas los reciben con caricias. En la parte superior, cuatro damas contemplan envidiosas la escena, situadas a ambos lados de Cupido, que hiere con sus dardos a dos de ellas.

 El logro del alma, de Edward Burne-Jones (1878).
Última pintura de la serie Pigmalión. Pigmalión, escultor chipriota, no pudo encontrar ninguna mujer lo suficientemente bella como para enamorarse de ella. Desencantado, decidió esculpir una mujer ideal de marfil. Su obra, llamada Galatea, era tan perfecta, que se enamoró de ella. Finalmente, Pigmalión obtuvo de Afrodita el cumplimiento de su deseo: la estatua se hizo de carne y hueso, cobrando vida. En su obra, Burne-Jones representa con acierto la extrema veneración que el autor profesa a la belleza de su amada (simbolizada por la rosa que hay junto a sus pies): se arrodilla ante ella, le coge delicadamente las manos y contempla sus senos. Galatea, en cambio, no cruza su mirada con la de él: misteriosa, como si no fuera terrenal, mira a lo lejos, sin conocer la razón de su propia existencia ni comprender el logro de su adorador.

 Reversos de espejos de marfil con escenas de amor cortés (siglo XIV). 
Museo del Louvre. Los caballeros (uno de ellos con un ramo de rosas) se prosternan ante sus damas, que los coronan en señal de triunfo.

Miniatura del Códice Manesse (siglo XIV): ilustración de un poema de Kristan Von Hamle (siglo XIII).
Un amante sube en un cesto hasta su amada, quien le ofrece su ayuda. Uno de los requisitos del amor cortés es el carácter prohibido de la unión amorosa: el amante no es el marido.

Ninfas y sátiro, de Bouguereau (1873).
En el arte clásico, las ninfas huyen de la lascivia de los sátiros, aunque en el fondo los desean. Bouguereau incide en ese aspecto lúdico del cortejo amoroso, aunque invirtiendo la situación habitual en la tradición clásica, ya que en este caso es el sátiro el que se resiste: cuatro ninfas se burlan de él e intentan arrastrarlo hasta el lago, mientras su víctima, inhibida, se resiste al juego. El contraste entre esas dos actitudes viene ingeniosamente marcado por la luz y la sensación de movimiento que imprimen las diosas, frente a la oscuridad y el efecto de quietud que trasnmite el sátiro.

Amor secreto, de Rossetti.

Cupido y Psique, copia romana de un original helenístico.
Fotografía tomada en el Palazzo Nuovo, una de las sedes de los Museos Capitolinos, Roma.

El pescador y la sirena, de Lord Frederic Leighton (1857).
El aspecto destuctivo de las sirenas es bien conocido. La sirenas, al gual que las hadas en otras mitologías, simbolizan el lado destructivo de la atracción amorosa. En la tradición griega, las sirenas atraían a los marineros con su irresistible canto para luego devorarlos (a veces incluso se adentraban en los huertos para copular con los campesinos).

Filis y Aristóteles, grabado de Lucas van Leyden (1494-1533).
En un breve poema burlesco, Henri d'Andeli cuenta una historia ficticia que gozó de enorme popularidad en la iconografía de los siglos XIV y XV. Aristóteles reprochó a Alejandro Magno el haberse enamorado de Filis, ya que le impediría prepararse para el ejercicio de la virtud y las responsabilidades del gobierno. Para vengarse, Filis sedujo con sus encantos al filósofo y le prometió sus favores sólo si se dejaba cabalgar. Aristóteles accedió y pudo comprobar que el deseo erótico no resiste a la razón, la reputación ni la edad. El acto de dejarse cabalgar (y fustigar) tenía unas connotaciones claramente peyorativas: equivalía a humillación, a descenso al mundo de los seres inferiores, a dejarse dominar, como un équido (el verbo δάμνημι "domar" se empleaba en poesía para referirse a la victoria del amado sobre el amante) o como un esclavo que adoptaba esa postura para servir a su amo (para descabalgar, por ejemplo). El gesto es frecuente en el arte, para significar el poder avasallador del amor.

 Grabado de un escudo de armas inspirado en la historia de Filis y Aristóteles (1485).
Una mujer cabalga a un hombre mientras sostiene en sus manos un huso, símbolo del quehacer femenino. Otro hombre que le ha precedido cae del yelmo en el que descansaba.

La boda de Cupido y Psique, camafeo oval de jaspe azul, obra de Josiah Wedgwood (1773).
Copia de un modelo del siglo I d. de C., firmado por Trifón.
Himeneo, con su antorcha, conduce encadenados y cubiertos por velos, en procesión nupcial, a Cupido y Psique. Un Amorcillo destapa un sillón para que la pareja se siente, mientras otro sostiene un cesto de frutas, símbolo de fertilidad.

Sello de anillo hallado en Delos, siglo I d. de C.
Eros fustiga a dos mariposas que ha uncido a su carro. Este motivo fue copiado posteriormente por Chaudet.

Representaciones renacentistas de la historia de Filis y Aristóteles.

Pedestal de El Amor jugando con una mariposa, de Chaudet y Cartellier.
Tres Amorcillos conducen sus carros tirados por sendos pares de mariposas. El primero las fustiga con tanta saña que las abate y el tercero golpea con el puño a una de ellas.